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Bosquejos

Oración a Solas | Mateo 14:26

Enrique Lund

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Oración a Solas

Despedidas las gentes, subió al monte, apartado, a orar.

Este texto nos presenta a Cristo no como Dios, como hombre de oración especialmente, censurando, al mismo tiempo, la oración pública del hipócrita, y encargando eficazmente la oración a solas, a puerta cerrada.

Y, evidentemente, Él mismo tenía por costumbre apartarse a orar, muy especialmente en vísperas de grandes acontecimientos. Compárese Mateo 14:22, 26; Lucas 6:12, 13 22:41, 54, etc. Aprendemos de Él, según el texto: 1 a orar; 2 a orar despedidas las gentes; 3 a orar a solas…en el monte.

Orar.-Decimos orar, pues hay mucho que se llama oración y no es oración. En esta ocasión, pesaba sobre Cristo una carga enorme; millares de inveterados materialistas querían proclamarle rey, rey-pan, y lo peor era que los mismos discípulos estaban confundidos en el craso error. Figurémonos cómo oraría. Compárese Juan 6: 15,16.

Orar despedidas las gentes.-No sólo despidió Jesús la multitud, sino a los discípulos, a los más íntimos, para retirarse a orar a solas. Y esto lo hizo precisamente en un momento que, humanamente hablando, debiera permanecer en medio de la multitud. Imitémosle. Cuando menos tiempo nos parece tener para la oración, es el momento que más falta hace nos retiremos a orar. Despidamos la multitud, los amigos, la familia, esposo, esposa, hijos; despidamos los mismos pensamientos perturbadores, para retirarnos y cerrar la puerta para orar.

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Orar en el monte, apartado.- Apártese del ruido mundanal, del tropel de la multitud, de los negocios diarios, de las ocupaciones abrumadoras para estar a solas en oración, es el refrigerador oasis en el desierto, para el peregrino cristiano. Dichoso, especialmente aquel, por otra parte, que pueda practicar literalmente este retiro del mundo de vez en cuando, en la montaña, con el mar o la campiña extendida a sus pies. Volviendo Moisés de la entrevista a solas con Dios en la montaña, resplandecía su rostro. Y ¿cómo no ha de resplandecer también el nuestro, después de tal oración a solas con Dios?

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Oración oída | Salmo 66:19

Enrique Lund

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Oración Oída

Ciertamente, me oyó Dios: atendió a la voz de mi súplica.

Como se ve, este texto contiene un hermoso testimonio personal respecto a la fidelidad, bondad y poder de Dios. Notemos: 1 que Dios oyó David; 2 que esto es cierto; 3 que Dios le concedió lo que había pedido.

Oración oída.-Me oyó Dios. Hemos tropezado con varios incrédulos, en cierto modo bondadosos, los cuales cree que la oración no oída, hechas a las estatuas de madera o de piedra, es provechosa. ¡Cuán diferente es la oración a un Dios que oye! Un Dios que no es sordo, que requiere que sus hijos clamen a Él y que se deleita en oír. No hay cristiano que no pueda rendir testimonio, como David, de esta bendita verdad.

Oración oída de verdad.- Ciertamente, me oyó. Parece dicho esto, en vista del incrédulo que carece de fe en la oración, como en vista del que duda. David tuvo pruebas patentes y de allí nació su afirmación: “ciertamente”.

Oración atendida según el deseo del suplicante.- Atendió a la voz de mi súplica, a lo que le expuse, a la necesidad especificada. Esto no sucede siempre, ni debe suceder; pues el niño ignorante puede pedir un revólver que pudiera causar su muerte o la muerte de otros. El Padre celeste sabe mejor que nadie lo que conviene a sus hijos. Pero tratándose del perdón y de la salvación, Dios no solamente oye y bendice, sino concede al punto lo pedido.

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La Oración de Jabes | 1 Crónicas 4: 9,10

Enrique Lund

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La oración de Jabes

Hermosa por sus expresiones, profunda y valiosa por su propia causa, revela además cómo era el hombre que la hizo, dejando entrever claramente su carácter.

Quién era Jabes.
Muy pocos leen los primeros nueve capítulos del primer libro de las Crónicas, lo cual es una gran falta, porque aunque sólo parecen de interés para los que estudian genealogía, hay, sin embargo, un fragmento de una hermosa biografía digna de ser conocida: la de Jabes. No se menciona su tribu ni su familia, su casa ni su ocupación, ni tampoco su edad; lo único que se dice es que su madre (sin mencionar su nombre) le llamó Jabes (Triste), a causa de su dolor, que fue más ilustre que sus hermanos y que hizo una oración y que Dios le oyó. Y podemos decir que no es conocido más que como un varón de oración, lo cual sería lo mejor que pudiera caracterizarnos o escribirse de nosotros.

Su oración es notable.
Hermosa por sus expresiones, profunda y valiosa por su propia causa, revela además cómo era el hombre que la hizo, dejando entrever claramente su carácter. La respuesta concedida indica el curso de su vida.

Peticiones que contiene.

a) Oh, sí me dieses bendición. Bendición plena, tanto del alma como de las circunstancias que la rodeasen.
b) Ensancharas mi término. Hacerme prosperar para ser útil y provechoso en gran manera. El egoísmo está ausente en esta petición.
c) Si tu mano fuere conmigo. Seguramente para guiarle por el camino de la voluntad divina y para sostenerle.
d) Y me librares del mal». De calamidades o pérdidas materiales, pero también de mal moral o iniquidad.
e) Para que no me dañe o me aflija, según el original.
Es como un juego patético de su propio nombre como si dijere: Líbrame del mal para que no esté triste según significa mi nombre.

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La concesión de su oración.
Dios a quien invocó, como el Dios de Israel, el Dios del pacto, oyó, aprobó y concedió lo solicitado. Recibió bendición, fue prosperado, guiado, protegido y su tristeza se cambió en gozo.

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Velad y Orad | Marcos 14:38

Enrique Lund

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Velad y Orad

Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está presto, mas la carne enferma.

Esta exhortación, dirigida a los discípulos en circunstancias tan especiales, en el huerto de Getsemaní, es de tan trascendental importancia, que los cristianos la debiéramos tener presente todos los días de nuestra vida. Nótese bien el remedio prescrito contra la tentación o causa de la flaqueza de la carne; velad y orad. ¿Qué es velar y orar? ¿Qué es entrar en tentación? Y ¿el espíritu presto y la carne enferma?

Velad.-El cuerpo requiere descanso por el sueño. Pero Dios nunca duerme; espiritualmente, el hombre nunca debe dormir. Velad: estar espiritualmente alerta como centinelas. Hay peligro en la vecindad. El enemigo acecha. Orad: sois pocos, flacos y perdidos sin el socorro divino. Imploradlo, en vista de vuestra condición, de vuestra situación enfrente del enemigo, del peligro.

No entréis en tentación.-No entréis: tened cuidado de no aventuraros a principiar nada dudoso que os conduzca o precipite en la tentación; pensad, de antemano, si lo que os proponéis, al fin resultará una tentación; tu propia inclinación, tú misma legítima ocupación, tu propiedad, tus amistades. En tentación: aquí se indica el acto de ser seducido o inducido a cometer el mal. Pedro, por ejemplo, poco después de haber oído la exhortación del texto, no solamente entró en la tentación, sino cayó por la tentación, cuando sacó la espada y cortó la oreja a Malco.

El espíritu presto… la carne enferma.-El espíritu, aquí, equivale, sin duda, al alma o voluntad iluminada por la gracia divina, y la carne a la naturaleza humana caída, en la medida que exista, aun en el nacido de nuevo. Esta flaqueza es la que hace posible que en la tentación caigamos, y la vida ordinaria hace necesario que velemos. Por tanto, en vista de esta flaqueza, oremos para que seamos corroborados con potencia en el hombre interior, y en vista de la tentación, velemos para que no caigamos por la astucia del tentador.

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Entrar en tentación.

No velando, y viviendo demasiado confiado en el mundo, se puede entrar en tentación o prestarse al diablo de muchas maneras. Dice un creyente: «Soy cristiano y prácticamente he amado al Señor Jesús toda mi vida; pero hace algunos días caí víctima de terribles dudas respecto a su divinidad. La causa de esto fue que, imprudentemente, leí ciertos libros, y heme allí víctima de dudas que me hacían sentirme desgraciado en extremo. No podía leer la Biblia con placer y me era difícil orar. Nótese bien esta manera, muy común, de exponer- se al tentador. Al fin, esta persona descubrió que valiéndose el diablo de la ocasión, le hizo caer en esa tentación; y clamando a voz en grito al Señor por la salvación de esa condición tristísima, fue librada de toda duda y vive feliz.

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