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Oración oída | Salmo 66:19

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Ciertamente, me oyó Dios: atendió a la voz de mi súplica.

Como se ve, este texto contiene un hermoso testimonio personal respecto a la fidelidad, bondad y poder de Dios. Notemos: 1 que Dios oyó David; 2 que esto es cierto; 3 que Dios le concedió lo que había pedido.

Oración oída.-Me oyó Dios. Hemos tropezado con varios incrédulos, en cierto modo bondadosos, los cuales cree que la oración no oída, hechas a las estatuas de madera o de piedra, es provechosa. ¡Cuán diferente es la oración a un Dios que oye! Un Dios que no es sordo, que requiere que sus hijos clamen a Él y que se deleita en oír. No hay cristiano que no pueda rendir testimonio, como David, de esta bendita verdad.

Oración oída de verdad.- Ciertamente, me oyó. Parece dicho esto, en vista del incrédulo que carece de fe en la oración, como en vista del que duda. David tuvo pruebas patentes y de allí nació su afirmación: “ciertamente”.

Oración atendida según el deseo del suplicante.- Atendió a la voz de mi súplica, a lo que le expuse, a la necesidad especificada. Esto no sucede siempre, ni debe suceder; pues el niño ignorante puede pedir un revólver que pudiera causar su muerte o la muerte de otros. El Padre celeste sabe mejor que nadie lo que conviene a sus hijos. Pero tratándose del perdón y de la salvación, Dios no solamente oye y bendice, sino concede al punto lo pedido.

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