Una Vida Poderosa


Desde el poder del propósito divino hasta la importancia de la paciencia, esta predica nos invita a explorar una vida plena y poderosa



¿Cómo podemos permitir que el Espíritu Santo obre en nuestras vidas según Su voluntad? En el momento previo a Su ascensión, Jesús miró a sus discípulos y les dijo: “Recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes”. De ahí surge la idea de que la vida cristiana no debería ser meramente religiosa, monótona, moralista o aburrida. Más bien, debería ser aquello que Jesús prometió: una vida abundante, llena de valor y significado.

Es lamentable que muchos jóvenes, adolescentes e incluso niños perciban la iglesia como aburrida. Es un error comunicar eso. El evangelio nos proclama que Dios nos conoce personalmente, envió a Su hijo Jesucristo para morir en la cruz en nuestro lugar y, además, nos envió Su Espíritu Santo para capacitar nuestras vidas en maneras que nosotros solos no podríamos lograr.

¿Cómo podemos experimentar y disfrutar una vida cristiana llena de poder? ¿Cómo podemos activar la poderosa vida que el Espíritu Santo quiere que experimentemos?

Primero, alineándonos con Su propósito y facilitando Su obra en nosotros. Algunos piensan que el Espíritu Santo solo está para satisfacer nuestras emociones o para presenciar manifestaciones en momentos de culto. Sin embargo, Su objetivo es activar en nosotros Su propósito divino, convirtiéndonos en agentes de bendición.

La vida cristiana no se reduce a una lista de obligaciones o a evitar pecados; es un poema que narra nuestro encuentro con el amor de Dios.

Activamos la bendición de Dios cuando nos comprometemos a ser agentes de bendición y canales de gracia para los demás. Muchas veces vivimos vidas egoístas, enfocadas en el consumo y la acumulación, en lugar de centrarnos en el servicio y la generosidad. El Espíritu Santo nos impulsa a vivir vidas que reflejen a Jesús.

Dedicar tiempo a estar con Él es crucial. Cuando pasamos tiempo en Su presencia, Su corazón y pasión nos contagian. Este es el secreto para que el Espíritu Santo nos llene, transformando nuestro carácter a imagen de Cristo. La verdadera espiritualidad se manifiesta en nuestro carácter, a medida que el corazón de Dios se refleja en nosotros.

El Espíritu Santo busca equiparnos con paciencia. Esta virtud es vital en todos los aspectos de la vida. En una era de gratificación instantánea, la impaciencia a menudo nos impide vivir vidas poderosas. La paciencia es fundamental para ser mejores en todas nuestras relaciones y roles. Desarrollamos paciencia al enfrentar pruebas, ya que estas producen constancia en nuestra fe.

¿Quién no desea concluir bien lo que ha comenzado? La clave reside en la paciencia.


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