Natalia Nieto

¡Cuánto tienes, cuánto vales!

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José encontró su identidad y valor en Dios, enseñándonos a confiar en Él y no en las circunstancias externas.

José, que fue amado más que sus hermanos por su padre Jacob y que también tenía un don especial para interpretar sueños, por la envidia de sus hermanos, fue vendido como esclavo y desterrado de su tierra. La túnica que recibió de su padre, que simbolizaba el favor y amor especial que tenía, se convirtió en una fuente de discordia y resentimiento entre sus hermanos.

A pesar de las pérdidas y desafíos que José enfrentó, su valor no estaba determinado por la túnica o por su don para interpretar sueños. José aprendió a encontrar su identidad en Dios y a confiar en Él, incluso en medio de la adversidad. Dios estuvo con él en cada etapa de su vida, tanto en la cisterna como en la cárcel.

Nuestro valor no debe depender de las circunstancias externas o de la aprobación de los demás. En lugar de apegarnos a las posesiones materiales, la aprobación social o el reconocimiento, debemos encontrar nuestra identidad y valor en nuestra relación con Dios. Nuestra confianza y fe en Él deben ser la base de nuestra valía personal.

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Cuando enfrentaremos pruebas y desafíos en la vida, Dios utilizará esas situaciones para formar nuestro carácter y hacernos más fuertes. Es esencial no dejarnos llevar por la mentira del enemigo, quien intentará hacernos creer que nuestro valor depende de lo que poseemos o de lo que otros piensen de nosotros.

Debemos aprender a confiar en Dios en medio de la prueba del “olvido del copero”, donde sentimos que hemos sido ignorados o abandonados por aquellos en quienes confiamos. En esas circunstancias, debemos recordar que Dios nunca nos abandona y que nuestra verdadera seguridad y valor provienen de nuestra relación con Él.

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