Reflexiones

No estoy Solo

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Así como Jesús atravesó su Getsemaní nosotros también podemos atravesarlo, ya que no estamos solos, pues tenemos un sumo sacerdote que puede compadecerse de nosotros.

¿Cuál fue el Getsemaní de Jesús?
Su Getsemaní fue de angustia. Una tristeza fuera de lo común. En su mente estaba el dolor de saber que sus amigos lo iban a abandonar. Uno lo negaría y otro lo traicionaría. También sería juzgado injustamente. El dolor físico y emocional. Pero lo más difícil fue que iba a experimentar el abandono de su Padre.

Pero ¿Cuál es nuestro Getsemaní?
Todo hemos experimentado algún Getsemaní en nuestra vida. Solo Jesús puede ayudarnos a atravesar y sanar esas heridas.

Hebreos 2:18 dice:” Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas.”
Debemos entregar todas esas heridas para que él las redima.
Pero solo llorar no es suficiente, es imperioso que entre Jesús a nuestras vidas.

Debemos entender que una cosa es que Dios este en todos lados porque es omnipresente, y otra muy diferente es que él se manifieste. Que podamos ser consientes de su presencia.
Basados en lo que él promete debemos creer y creyendo lo veremos.

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Consolar no significa que Dios hará lo que yo quiero. Eso no fue lo que el Padre hizo con Jesús.

También es de vital importancia confesarlo, como lo hizo David, “aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno porque tu estarás conmigo.”
Jesús en Juan 14:23 “El que me ama obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos morada en él.” El viene a quedarse.
Pero si queremos que Dios se manifieste, que se entrone, que lo sintamos, tenemos que alabarlo. Este es el camino que él eligió para que nos presentemos ante él.

Al alabarle somos consientes de su presencia y podemos oír su voz, porque ¿de qué sirve acercarnos a él y no escucharle?
También Jesús dijo: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñara todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.”

Mucha veces malinterpretamos la palabra consolador. Consolar no significa que Dios hará lo que yo quiero. Eso no fue lo que el Padre hizo con Jesús.
Si esperamos encontrar a un Jesús que va a estar de acuerdo con nosotros, que se va a unir a nuestra amargura o resentimiento, nunca vamos a salir sanados. Jesús siempre dirá lo que tenemos que oír.

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